¿Las áreas protegidas conservan los peces continentales en el neotrópico?

un caso de estudio para una provincia biogeográfica en Venezuela

 

Una versión reducida y comentarios de: Rodríguez-Olarte, D., Taphorn, D. C., Lobón-Cerviá, J. 2011. Do protected areas conserve Neotropical freshwater fishes? A case study of a biogeographic province in Venezuela. Animal Biodiversity and Conservation, 34(2) 273-285. Descargar.  Premio anual de investigación UCLA 2012

 

    La conformación de las áreas protegidas -en el caso de Venezuela: Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (abrae)- se basa en la evaluación de inventarios regionales sobre la diversidad de las biotas, pero también, sobre los patrones delineados en las entidades biogeográficas a escalas variadas y la dinámica y estatus de las poblaciones. No obstante, las carencias de información biogeográfica y biológica se reflejan en el diseño y distribución de las abrae, revelando que sus alcances y límites no necesariamente coinciden con los reconocidos en los patrones naturales para los hábitats y sus organismos, surgiendo diferencias que pueden ser determinantes en la evaluación de los recursos naturales y/o en la estimación de prioridades de conservación.

 

Los efectos de la conservación. Aún cuando los parques nacionales representan la máxima figura de protección, esto no se expresa necesariamente en los ecosistemas fluviales que los drenan.  Un ejemplo de ello ocurre en el Parque Nacional Yurubí: en sus mismos límites un río puede estar muy conservado (río Zamuro), mientras que un poco más allá de sus fronteras la depauperación puede ser dramática (río Crucito), lo que tiene un efecto poderoso sobre los peces. Entonces, cabe preguntar: ¿qué tan efectivo puede ser un parque nacional para conservar a la ictiofauna regional?

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Río Zamuro

Aroa Crucito 2005

Río Crucito

 

 

    Esto es más evidente y preocupante en relación a la ictiofauna, pues la información sobre este grupo generalmente no ha sido comparativamente apreciable en la conformación de las áreas protegidas (Abell et al., 2007). Esto resulta paradójico, pues la ictiofauna continental es considerada uno de los grupos en situación de mayor peligro -continuado y creciente- del planeta (e.g. Abell et al., 2008). Sólo recientemente los hidrosistemas continentales y sus peces han sido objeto específico de tales evaluaciones (e.g., Bergerot et al., 2008). Tal desinterés acaso está relacionado en la dificultad en asociar los registros de ambientes acuáticos y terrestres. También podría deberse a la condición emblemática de la flora y fauna terrestres, mucho más visibles y cercanas que la invisible ictiofauna.

    En la provincia Caribe Occidental (pco) -una entidad zoogeográfica propuesta para delinear la ictiofauna dulceacuícola en la vertiente Caribe de Venezuela (Rodríguez-Olarte et al., 2009)- las cuencas se incluyen dentro abrae con niveles de protección variada, incluyendo parques nacionales, refugios y reservas de fauna (marn 1992). Se suman además áreas con prioridad para la conservación, como el área clave (hotspot) de los Andes Tropicales (Myers et al., 2000), varias ecorregiones terrestres (Olson & Dinerstein, 2002) y la ecorregión de aguas dulces de los drenajes al Caribe de Sur América y Trinidad (Abell et al., 2008). Observaciones preliminares sugieren que la ubicación, límites y extensiones de varias de estas áreas no concuerdan necesariamente con los patrones de riqueza y distribución de la ictiofauna dentro de la provincia.

    Aunado a lo anterior, en varias cuencas de la pco existe una situación de riesgo para la ictiofauna y sus hábitats (Rodríguez-Olarte et al., 2006, 2007) y algunas especies ya han sido reportadas en categorías de amenaza (Rodríguez & Rojas-Suárez, 2008). Estos reportes pueden tener un alcance parcial pues no han cubierto la unidad biogeográfica de las cuencas o no han considerado las variaciones temporales en la distribución de las poblaciones, lo que incide y limita las evaluaciones del estatus poblacional y sus tendencias. Los argumentos anteriores sugieren la necesidad de una evaluación del estatus de las especies de peces dulceacuícolas y la pertinencia de las actuales abrae para su conservación.

 

El área de estudio

    La pco agrupa pequeñas cuencas entre la península de Paraguaná y todo el flanco norte de la cordillera de Costa hasta Cabo Codera (Figura 1a). Los principales sistemas orográficos: Andino (páramo del Cendé: 3585 m.), sistema Coriano (cerro Galicia: 1400 m) y cordillera de la Costa (Sierra de Aroa: 2000 m), se asocian con depresiones tectónicas y planicies que conforman un drenaje dendrítico. El clima es más húmedo al sur, donde existen las mayores alturas y densas selvas en las planicies y vertientes montañosas, y más seco al norte y noroeste, donde predomina la vegetación xerófita y los afluentes intermitentes. En la región el período de sequía abarca desde los meses de septiembre-octubre hasta los meses de febrero-marzo, pero varía latitudinalmente. La precipitación anual varía, desde las cuencas áridas al norte, donde los promedios pueden ser menores a los 500 mm, a unos 1000 mm en la cuenca alta del río Tocuyo y hasta más de 1500 mm en las planicies del río Yaracuy (Lentino & Bruni 1994; marn, 2003).

 

Figura 1. a: Provincia zoogeográfica Caribe Occidental de Venezuela (pco). Los círculos rojos representan las localidades de muestreo estandarizado. Los puntos negros indican la cobertura de otros muestreos. Las cuencas son Tocuyo (1), Aroa (2), Yaracuy (3), Urama (4), Ricoa (5), Hueque (6), Coro (7), Mitare (8) y Tucurere (9). La orografía regional se expresa en las vertientes andinas (A), el sistema Coriano (B) y la Cordillera de la Costa (C). Las estrellas indican las principales ciudades: Caracas (1), Valencia (2) y Barquisimeto (3). b: La clasificación multivariada de la ictiofauna registrada en los muestreos y en cuencas adyacentes a la provincia sugiere que la riqueza y distribución de especies de peces dulceacuícolas está asociada a la orografía regional.

 

 

 

    En el uso de la tierra predomina la explotación agropecuaria, así como por la deforestación, la modificación de cauces, la construcción de represas y la contaminación por efluentes urbanos, agrícolas e industriales. Entre las áreas protegidas los parques nacionales dominan la provincia, principalmente en las zonas de montaña, donde también se ubican los monumentos naturales. Los refugios y reservas de fauna están asociados a las desembocaduras de los ríos al mar y sus albuferas aledañas (marn, 1992). Otras áreas de interés para la conservación son reconocidas, como las ecorregiones terrestres y acuáticas, que cubren toda la provincia, o el área clave de los Andes Tropicales, que sólo cubre algunas zonas de alta montaña.

 

Los métodos

Muestreos y registros en colecciones

    Las localidades de estudio se ubicaron en ríos y según las unidades fisiográficas de planicie, piedemonte y montaña. Los muestreos consistieron en estimas de densidades con pesca eléctrica durante el periodo 2002-2004, principalmente en las cuencas de los ríos Tocuyo y Aroa. Posteriormente, en el periodo 2005-2007, se aplicó la pesca eléctrica en las cuencas de Tocuyo, Aroa, Yaracuy, Urama, Ricoa, Hueque, Coro, Mitare y Tucurere (n = 120, 32 localidades).

    Además, se aplicaron otros muestreos no estandarizados en 147 localidades empleando varios métodos de captura tales como redes de arrastre, redes de mano, arpón neumático, nasas o cordel con anzuelo. Estos se aplicaron principalmente en las cuencas bajas y desembocaduras de los ríos al mar. Los peces capturados fueron identificados y contados en el campo para luego retornarlos vivos al agua.

    Se estimó que la cobertura de muestreos en la pco es tan extensa como para poder determinar las distribuciones de las especies; además, los datos sobre abundancia corresponden a un período suficiente como para inferir las tendencias en varias localidades. Además de la información aportada en los muestreos, se dispuso de inventarios, evaluaciones y clasificaciones locales, regionales (Lasso et al., 2004; Rodríguez-Olarte et al., 2009) y generales (Reis et al., 2003), así como de registros en colecciones biológicas nacionales y/o en sus bases de datos electrónicas [cpucla, mbucv, mcng y mhnls].

 

Análisis de datos

Riqueza y distribución de la ictiofauna. Las especies fueron evaluadas según su distribución de acuerdo a los siguientes criterios (1) endémicas de la provincia, (2) con ocurrencia en otros drenajes del Caribe y (3) en la cuenca del Orinoco. Para reconocer el arreglo biogeográfico en la distribución de las especies se aplicó una clasificación clúster con base en un algoritmo upgma y el coeficiente de Jaccard sobre una matriz de presencia-ausencia de todas las especies dulceacuícolas registradas en cada cuenca. En las muestras estandarizadas se empleó la abundancia relativa, pero en ausencia de muestreos estandarizados la abundancia se asignó en cinco clases (abundante, común, escasa, rara y muy rara).

El estatus de la ictiofauna. El estatus de conservación de la ictiofauna fue asignado de acuerdo a la interpretación y/o modificación de los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (iucn, 2006). Las categorías de amenaza para las especies fueron críticamente amenazada (cr), en peligro (en), vulnerable (vu), casi amenazado (nt), preocupación menor (lc) y datos insuficientes (dd).

Clasificación y ordenación de la ictiofauna. Se evaluó la distribución de las especies según las unidades fisiográficas con base en un análisis de especies indicadoras (Dufrêne & Legendre, 1997). Este análisis aporta un valor de indicación, asociado a una probabilidad, para cada especie respecto a una unidad fisiográfica. Para comparar la asociación de especies con la orografía, cuencas y unidades fisiográficas empleamos un análisis no métrico multidimensional (nms) basado en la medida de distancia de Bray-Curtis (Clarke & Warwick 1994). La robustez de esta ordenación fue indicada por el valor promedio de estrés para una solución de dos dimensiones.

Cobertura y valor de pertinencia de las abrae. La sola presencia de abrae no garantiza la cobertura y representación de sus principales unidades fisiográficas, hábitats e ictiofauna. Con base en lo anterior, clasificamos y cuantificamos las abrae según su tipo, ubicación, superficie y la cobertura de unidades fisiográficas, cuencas y afluentes. En las planicies se concentra comúnmente la mayor riqueza de especies, mientras que en los ríos de montaña los hábitats son menos complejos y el número de peces es menor (Matthews, 1998). Con referencia en lo anterior, se asignó un valor porcentual a las unidades fisiográficas en relación a la cantidad potencial de hábitats y la riqueza de especies que puedan contener.

    Puesto que el continuo de los ríos permite una diversificación de las biotas (Naiman et al., 2005), una abrae que cubra un afluente en todo su recorrido tendrá más pertinencia que otras con cobertura parcial del hidrosistema. En cada abrae se midió la longitud del afluente principal y se relacionó proporcionalmente con su longitud total (desde su nacimiento hasta su desembocadura al cauce principal o al mar) con la longitud cubierta por la abrae. Se relacionó la riqueza total de especies registradas y/o estimadas en el afluente principal respecto al número de especies que potencialmente ocurren en la sección de ese afluente dentro de la abrae. Estos valores se relacionaron para determinar la cobertura de la riqueza.

 

Resultados generales

Riqueza y distribución de la ictiofauna.

    En la pco se registraron 72 especies de peces dulceacuícolas, más ocho introducidas (Tabla 1), agrupadas en 23 familias. La disposición de las cuencas estuvo asociada claramente con la orografía regional, las cuencas y la altitud (Figuras 1b y 2). Además, esta disposición fue asociada a la distribución de especies restringidas.

 

Figura 2. Ordenación según el análisis no métrico multidimensional (nms) para las muestras en ríos con condición prístina. La ordenación sugiere que las ictiofaunas se asocian con la orografía, las cuencas y la altitud. Las líneas punteadas separan las cuencas según su orografía (1: Andes, 2: Cordillera de la Costa, 3: Sistema Coriano), excepto en la cuenca Hueque. Los símbolos que contienen un punto negro son localidades en montañas, el resto se ubica usualmente en piedemontes.

 

 

 

    El endemismo se concentró en las cuencas asociadas a la cordillera de la Costa. Sólo una especie endémica tuvo una distribución estricta para las cuencas del sistema Coriano (Ancistrus falconensis). Las familias más diversas fueron Characidae y Loricariidae. Alrededor de la mitad de los bagres Loricariidae fueron endémicos, contrastando con los peces Characidae, con un 25% de endemismo. En los Characidae los géneros más especiados fueron Creagrutus y Hyphessobrycon, mientras que en los Loricariidae fue Chaetostoma.

    Una parte considerable de las especies más abundantes (e.g. B. cismontanus, A. viejita, H. jabonero) ocurrieron prácticamente en toda la pco; aun cuando algunas especies endémicas y restringidas a una o pocas cuencas también fueron abundantes (e.g. Chaetostoma sp. Alto Tocuyo, C. lassoi). Varias especies  tuvieron  una  distribución  muy  restringida  y/o  sus abundancias fueron raras o muy raras durante todos los muestreos (e.g., A. leohoignei, B. mathisoni). Según los valores de indicación (Tabla 2) las unidades fisiográficas de planicies fueron representadas por la mayoría de las especies, principalmente de la familia Characidae. Por el contrario, en las montañas predominaron, los bagres Loricariidae y Trichomycteridae.

    Varias especies endémicas tuvieron un valor de indicación significativo respecto a las unidades fisiográficas (Tabla 2). C. crenatus fue indicadora de las planicies en las vertientes andinas, mientras que en las cuencas asociadas a la cordillera de la Costa C. lepidus fue indicadora para los piedemontes y T. arleoi para las montañas. Las especies endémicas indicadoras por cuenca fueron C. yurubiense (Aroa), C. lassoi y Apteronotus sp. Yaracuy (Yaracuy) y C. stanni (Urama), entre otras. Las especies indicadoras variaron según las unidades fisiográficas, las cuencas y la orografía regional.

 

Tabla 2. La asociación de especies respecto a las cuencas, según los valores de indicación (IV) en el análisis de especies indicadoras, tuvo significancia estadística (P). Las distribuciones también están relacionadas con la orografía. Las especies endémicas son mostradas con una “E”. Las especies que ocurren en las montañas son indicadas con “M”.

 

 

 

El estatus de la ictiofauna.

La mayoría de las especies tuvo una categoría de preocupación menor (lc, 63%), ya que su distribución fue amplia en la pco y, en varios casos, ocurrieron fuera de la provincia.  La frecuencia de aparición de estas especies y su abundancia no mostraron variaciones importantes durante el periodo de estudio. En la categoría de casi amenazada (nt) incluimos H. fernandezi, F. martini, Apteronotus sp. Yaracuy y B. diazi (Tabla 1). La especie de ciclo de vida anual A. leohoignei es la única incluida en la categoría de amenaza crítica (cr). El resto de las especies amenazadas tuvieron una distribución menos restringida como, por ejemplo, B. mathisoni (en) y C. lepidus (vu). Alrededor del 28% de las especies se ubicaron en la categoría de datos insuficientes (dd). Ocho especies fueron reconocidas como introducidas en la pco (Tabla 1); registrándose habitualmente en embalses y lagunas artificiales, pero P. mariae (Prochilodontidae) y P. blochii (Pimelodidae) también ocurrieron en los cauces principales, la primera en la cuenca media y baja del río Aroa y la segunda en la cuenca media del río Tocuyo.

 

Cobertura y valor de pertinencia de las abrae

Poco más del 17% de la superficie de la provincia se encuentra cubierta por abrae: parques nacionales (82%,), refugios de fauna (11%), monumentos naturales (5%) y reservas de fauna (2%). Cerca del 90% de las abrae tienen menos de 500 km2 y principalmente tienen cobertura en las unidades fisiográficas de piedemonte y montaña. Las cuencas asociadas a la cordillera de la Costa tienen el 34% de su superficie bajo las figuras de abrae, en su mayoría parques nacionales; mientras que en las cuencas del sistema Coriano la relación abarca cerca del 10% y en las vertientes andinas la proporción sólo llega al 6%. Varias de las abrae cubren las mayores altitudes en la provincia, pero en unidades fisiográficas de planicies la cobertura es muy baja, excepto los refugios y reservas de fauna. Sólo las abrae asociadas al extremo oriental de la provincia tienen una cobertura importante de afluentes; sin embargo, el promedio de cobertura de afluentes fue del 57%.

    Las cuencas y/o afluentes con menor protección de la ictiofauna fueron las restringidas a zonas de alta montaña y de tamaño pequeño. Pocos afluentes tuvieron una cobertura completa de su curso, pero éstos fueron generalmente de pequeño recorrido y con desembocadura directa al mar. La cobertura promedio de la riqueza en los afluentes principales dentro de las abrae no superó el 50%, aún cuando en los pequeños afluentes al oriente de la pco los valores fueron muy elevados.  El único parque nacional con una clase de pertinencia alta acaso puede contener unas 30 especies en su afluente principal, la mayoría restringidas al tramo final de los ríos. Las abrae en las cuencas con mayor riqueza de especies y endemismos (Aroa y Yaracuy) tienen una clase de pertinencia media y pueden representar un poco más de la mitad de la ictiofauna de esas cuencas, mientras que las abrae menos restrictivas, como las reservas y refugios de fauna, cubren parte de las planicies pero con valores medios en las clases de pertinencia.

    La riqueza de especies no necesariamente aumenta con el incremento del área en las abrae. La relación entre el número total acumulado de especies y el área acumulada en las áreas protegidas es expresada por una curva que tiene una saturación con cerca del 83% de la riqueza total de especies en la provincia (Figura 3a). Al excluir las abrae localizadas en montañas y/o de tamaño pequeño, la relación entre el número de especies por cada cuenca respecto al número de especies encontradas en ríos (o secciones de los mismos) bajo protección mostró una relación directa y significante (Figura 3a).

 

Figura 3. A: Acumulación de especies y áreas en las abrae. Sólo los parques nacionales () y monumentos naturales () fueron graficados para construir la curva acumulativa de especies de peces bajo protección. B: Relación entre el número total de especies por afluente en cuenca y las especies de la cuenca que ocurren dentro de una abrae. En B la línea punteada corresponde a una regresión lineal (R2= 0.88) excluyendo las abrae muy pequeñas y/o localizadas en montañas (símbolos blancos).

 

 

 

    De todas las especies incluidas en categorías de amenaza para Venezuela (Rodríguez & Rojas-Suárez, 2008) un poco más del 80% se registra en los drenajes al Mar Caribe y cerca del 20% ocurre en la PCO. Es evidente que los patrones en la riqueza y distribución de especies de peces (mejor aún, de la biota acuática) deben ser tomados en cuenta para evaluar la utilidad de áreas para la conservación de la biodiversidad.   

    La distribución de las ictiofaunas en la vertiente Caribe coincide con las ecorregiones acuáticas propuestas por Abell et al. (2008).  Sin embargo, estas ecorregiones discriminan poco la variabilidad regional y local en los patrones de la riqueza de especies y sus límites no son necesariamente adecuados (Figura 4). Menos coincidencia ocurre respecto a las ecorregiones terrestres y las áreas clave (hotspots). Lo anterior sugiere que -en el caso de la conservación de los recursos hidrobiológicos- la escala tiene un papel fundamental y el empleo de información científica o técnica debe ser adecuado al contexto geográfico (y político, suponemos) regional.

 

Figura 4. Pertinencia de las áreas con interés en la conservación de la ictiofauna en la provincia (abrae): Juan Crisóstomo Falcón (1), Cueva de la Quebrada del Toro (2), Morrocoy (3), Yurubí (4), María Lionza (5), Saroche (6), Yacambú (7),  Dinira (8), San Esteban (9), Henry Pittier (10), Ávila (11), Hueque-Sauca (a), Tucurere (b), Golfete de Cuare (c) y Pico Codazzi (d).

 

 

    Los resultados sugieren que la mayoría de las abrae en la provincia Caribe Occidental no protegen de manera adecuada la variedad de ecosistemas acuáticos y sus procesos hidrobiológicos, principalmente porque se ubican en zonas de montaña, son muy pequeñas o cubren parcialmente los afluentes. La pertinencia de estas áreas para la conservación debe ser considerada para la reordenación y creación de áreas protegidas.

    Se han identificado varias áreas con prioridad para la conservación de la ictiofauna. En muchos casos sólo se requiere expandir el tamaño de las áreas protegidas y/o incluir la longitud total de un afluente dentro de sus límites, así como la posible creación de figuras especiales de protección.  Existen sólidos argumentos de carácter social, técnico, económico y cultural que respaldan y sugieren (que demandan, que imploran, que exigen) la aplicación de estos cambios y, en consecuencia, el manejo adecuado de los recursos hidrobiológicos. Total, son nuestros ríos, nuestros peces, nuestra (mega) diversidad biológica lo que estamos perdiendo.

 

 

 

 

© Douglas Rodríguez Olarte. Colección Regional de Peces, CPUCLA. Laboratorio de Ecología.

Decanato de Agronomía. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. UCLA. Barquisimeto, Lara, Venezuela.

Primera edición: Diciembre 2011. Última actualización: Enero 2017.