El material fotográfico y videográfico aquí presentado es parte de las
bases de datos digitales del autor asociadas con la Colección Regional de
Peces. Aún cuando este material se emplea en muestras expositivas,
publicaciones y presentaciones diversas se entiende su uso debe estar
asociado con las citas y procedencia adecuadas.
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En la vertiente nororiental del Lago de Maracaibo aun pocos
existen ríos con buen estado de conservación de sus cabeceras, como este
afluente del río Motatán de los Negros. Pero las planicies de todos los
ríos en la región se encuentran bajo antiguas e intensas perturbaciones
(Fotografía: D. Rodríguez Olarte).
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El estado de conservación del río Turbio -antes de su
confluencia con el río Tucuragua- es obra de un millón y medio de personas
pero también de políticas desafortunadas para el tratamiento de las aguas y
la restauración de los ecosistemas fluviales (Fotografía: D. Rodríguez
Olarte).
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En la cuenca del río Tocuyo este “ojo de agua” es
temporal pero de una importancia vital para los pobladores y las faunas del
semiárido. Algunos de estos manantiales tienen aguas salobres y otros han
sido desecados por el uso inadecuado (Fotografía: D. Rodríguez Olarte).
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Desde el cerro Zapatero se desprenden quebradas orladas
de densos bosques en sus riberas y al final desembocan en el río Yaracuy,
uno de los ríos más depauperados de Venezuela (Fotografía: D. Rodríguez
Olarte).
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El río Dulce es un afluente del río Misoa (cuenca del
Lago de Maracaibo) que es fuente de agua, alimento y solaz para pobladores
cercanos y visitantes domingueros. Lamentablemente, los escenarios locales
(deforestación, sedimentación de cauces) y regionales (cambio climático) ya
se expresan de manera terrible (Fotografía: D. Rodríguez Olarte).
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En la vertiente norte del Monumento Natural Cerro María
Lionza los ríos se colman con visitantes y deidades selváticas, todo en
medio de un respeto -relativo- por la naturaleza. No ocurre lo mismo en la
vertiente sur, donde la deforestación y las granjas contaminan los ríos y
destierran a los bosques de las riberas (Fotografía: D. Rodríguez Olarte).
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Los cauces secos y colmados de sedimentos son ahora más
usuales en las planicies. Estos tienen el recado de las tierras altas,
donde la erosión se incrementa y pervierte la seguridad alimentaria aguas
abajo. Se cuestiona la minería de gravas pero olvidan las causas
fundamentales de la sedimentación. Aquí el cauce seco del río Claro, que
tiene sus cabeceras en el Parque
Nacional Terepaima (Fotografía: D. Rodríguez Olarte).
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El cielo encapotado anuncia la verdad: el río Chama -aquí
en una crecida memorable que dejó daños y damnificados- corre desde las
cumbres andinas con una carga extraordinaria de sedimentos, nutrientes y
contaminantes que favorecen la eutrofización del Lago de Maracaibo (Fotografía:
D. Rodríguez Olarte).
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©
Douglas Rodríguez Olarte. Colección Regional de Peces,
CPUCLA. Laboratorio de Ecología.
Decanato de Agronomía. Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado.
UCLA. Barquisimeto, Lara, Venezuela.
Primera
edición: Diciembre 2011. Última
actualización: Enero 2017.
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