Primera Universidad

Cuando se funda el primer plantel universitario de Barquisimeto el 5 de junio de 1884, son otros los criterios que fundamentan un rígido sistema de la educación pública en el país, modalidad de estado docente personalista, que se venía aplicando por el recio influjo de un autócrata civilizador. El Instituto erigido para realizar fecunda obra en el campo de la ciencia y la cultura,"no fue dotado de más rentas que la menguada asignación oficial, lo que trajo por consecuencia, que estuviera sujeto a las bruscas sacudidas de la inestabilidad política nacional de aquella época y a la voluntad omnínoda de los magistrados de turno.


Sirvió de sede a la primera universidad neosegoviana, el edificio que ocupó el Conservatorio de música Vicente Emilio Sojo. El recinto era adecuado para los propósitos establecidos, pues según se dice en añosa nota de prensa que reseña la ceremonia inaugural, el local es "capaz y decente". Captó bien el ágil cronista pues es desable que dento de una sobria arquitectura, se logren junto a la higiene y el ambiente físico requeridos, una construcción cuyo estilo conjugue un sentido pedagógico y un estímulo constante a la meditación y al estudio.


La creación de este primer plantel universitario larense, obedeció a las posibilidades y aspiraciones de la provincia ansiosa de su superación. Confirma esta circunstancia válida la persuasiva opinión oficial,pues en la Memoria del Despacho de Instrucción, correspondiente a 1885, dice el Ministro, que se justifica la elevación de jerarquía del antiguo Colegio Federal de Barquisimeto, en razón de que en esta ciudad existen elementos suficientes al respecto.


Fue ardua la tarea de selección de personal académico incorporado, especialmente, en cuanto a experiencia, vocación y méritos docentes alcanzados en su trayectoria profesional y didáctica. Mas que disponer de profesores a tiempo completo deben preferirse los profesores completos, cuidando con ahínco no aumentar el facilitador de asignatura, sino el de guía o consejero, sobre todo, sustituirlo por el maestro, capaz de entusiasmar con su ejemplo y su mística docente. Si somos menos exigentes en número de conocimientos y más e conducta y metodología pedagógica, ganaremos en profundidad lo que perdemos en extensión.


La más alentadoras perspectivas permitían augurar renovados éxitos en la alta misión institucional, que por su jerarquía académica debía cumplir la universidad recién abierta. El testimonio oficial no se hizo esperar y en la Memoria del Ministro de Instrucción correspondiente a 1885, se asienta esta laudable apreciación: 'El entusiasmo con que ha sido acogido este plantel, que cuenta hoy 120 alumnos y tiene en actividad trece Cátedras, unido al interés y competencia con que lo dirige el doctor Luís María Castillo, a quien se confió su Rectorado y los demás funcionarios nombrados oportunamente, hacen esperar que serán rápidos sus progresos".


Sin embargo, nadie habló con más acento y elevación de ideas que el propio Rector, cuando en su informe hilvana este conceptuoso elogio sobre los fines superiores de la institución: "Los innúmerosos beneficios morales e intelectuales que reporta este instituto comprometen la eterna gratitud de los jóvenes de Occidente. Un colegio es un foco permanente de progreso y civilización y sólo la barbarie o la tiranía pueden contrariar la difusión de la luz, que es la redención de¡ espíritus¡ imperio del derecho, el triunfo de la moral, el progreso de las artes y de las ciencias y el engrandecimiento de los pueblos. El trabajo intelectual influye tanto en lo moral como en lo material y no es posible la civilización sin la instrucción pública: una idea, un pensamiento, es mucho más precioso que toda la fuerza bruta y el más alto grado de torpeza de iniquidad es la eliminación de estos planteles que regeneran al país".


Rector de este primer plantel universitario fue el doctor Luis María Castillo, alto humanista, jurisconsulto y orador avasallante, escritor en cuyo estilo castizo y armonioso, a fuerza de claridad, se descompone en galas aromáticas, como en un prisma, la luz tropical de nuestro imponente cielo. Brillantemente lo secundaba como Vicerrector-Secretario el 'doctor Eliodoro Pineda, docto en lenguas vivas y muertas, versado en todas las ramas de¡ derecho, monarca de los dominios de las ciencias jurídicas. Correspondió a ellos la precursora tarea, en la naciente institución, de erigirse en atalaya de su rumbo y en alfareros de su mejor arcilla, dedicados con agonía y deber a la perspectiva extraordinaria de abrir caminos de plenitud fecunda al destino de nuestra juventud, colmados de esperanzas y con paso abierto al porvenir.


Los profesores que enseñaban en las aulas de esta primera universidad, fueron modeladores de cabales figuras de hombres, a los que se propusieron formar técnicamente expertos y moralmente libres, más que en la difusión pedagógica del saber se empeñaron en la formación integral de¡ ser. Presidía la Facultad de Medicina el doctor José de Jesús Freites; como Vice-Presidente, el doctor Luis Razzeti y como Secretario el doctor Antonio María Pineda hijo (médico).


El doctor Razzeti quien vivía en tierras larenses, sumó su capacidad y su talento al naciente instituto y con el doctor Antonio María Pineda, llegaba a la universidad Barquisimetana un profesional egresado de la Escuela de Medicina de París, que andando el tiempo, habría de tener una notoria figuración científica y -cultura¡ dentro y fuera de¡ país. Además, formaban la misma Facultad los doctores Rafael Pérez Villanueva, Pablo Bujanda, Francisco García, Leonidas Agüero Mosquera, Telésforo Oberto, Ladislao Castillo y Juan Alberto Olivares.


La Facultad de Ciencias Políticas la presidía el doctor Antonio María Pineda (el padre, que era abogado); actuaba como Vice-Presidente el Doctor Agustín Aguero y Secretario, el Doctor Manuel Silveíra y de ella formaban parte los doctores Luis María Castillo, Eliodoro Pineda, José Gil Fortoul, temporalmente en Barquisimeto, en ejercicio de la defensa de su padre el levantisco Pelón Gil; Juan de Dios Ponte, Jesús María Pérez, Manuel F. Samuel y Jesús María Arroyo.


Presidía la Facultad de Filosofía el meritísimo doctor Juan Pablo Wohnsiedier, viva encarnación de la virtudes cristiana y prototipo de la bondad austera, que era un sabio. Después, al fundarse la Facultad de Ciencias Eclesiásticas, por Resolución de fecha 7 de diciembre de 1889, también la presidiría con lujo de aptitudes, que integraban además, los doctores Virgilio Andrade, Secretario, Francisco M. Arraiz y Aguedo Felipe Alvarado, este último fue elevado merecidamente a la dignidad de la mitra y todos ellos paradigmas de virtuosos, inteligentes e ilustrados sacerdotes. De la planta docente de este primigenio plantel universitario, fueron elevados al desempeño de¡ Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, el doctor Luis Razzetti quien presidió el Alma Master caraqueña en 1908.


El doctor Plácido Daniel Rodríguez Rivero, presidió esa misma silla rectora¡, entre 1928 y 1935, en periodo convulsivo de nuestra evolución política. Fue respetuoso de la autonomía académica y en discurso pronunciado en el parlamento nacional en 1948, el doctor Luis Lander tiene para 61 frases de reconocimiento que le hacen honor, al igual que el impar universitario doctor Rafael Caldera, su sobrino por la rama materna, con justicia y justeza lo distingue con este elogio emocionado "perteneciendo a una generación que vivió los días terribles de la guerra civil y la noche oscura de la tiranía, logró dejar en un brillante testimonio de ciencia, preocupación por la cultura y de servicio a la humanidad'.


A principios del presente siglo ya aparecen los síntomas precursores de la decadencia de nuestro primer plantel universitario. La situación de¡ país de acentuada inestabilidad política, las últimas contiendas que se hicieron sentir con profundo efecto en la vida social y económica de la región, la prolongada desatención oficial, todos estos factores incidieron en estudiantil, como circunstancias que precipitaron la clausura de esa casa de Estudios Superiores. Los últimos actos académicos realizados dan cuenta que el 29 de diciembre de 1900, recibió su grado de doctor en Medicina José Antonio Pérez Limardo y doctores en Ciencias Políticas y Sociales Juan Jacobo Guédez, el día 31 de dicho mes y año y el 15 de enero de 1901, Pedro Francisco Carmona, insigne poeta caroreño y editorialista del Diario El Impulso.