LOS EFECTOS POSITIVOS DE LA MÚSICA
Desde hace muchísimo
tiempo, quizás no se sepa cuando, desde el propio
comienzo de la vida misma, se ha podido disfrutar de una
de las creaciones más sanas, más bonitas y más limpias
que ha inventado el hombre: la música.
Esta importante
creación ha sido utilizada en diversas actividades,
inclusive en la guerra, claro está, en lo positivo,
usándose para calmar y relajar a la tropa al perderse
una batalla, y mejor aún para celebrar cuando si se
gana. También cuenta la historia que en una oportunidad
se iba a dar un concierto, pero uno de los músicos se
enfermó, uno de los rehenes, próximo a ser fusilado,
sustituyó al enfermo, leyendo a primera vista, y luego
de ser escuchado, el jefe dijo que un músico así no
debía morir y fue perdonado.
Otra historia
muy graciosa dice que una madre mandaba a su hijo a
buscar unos productos, el niño iba y regresaba con las
manos vacías. Así pasaba siempre, hasta cuando un buen
día a ella se le ocurrió darle la lista en forma
cantada, el muchacho memorizó la melodía y llegó sin que
faltara un producto.
La música es tan
importante que logra sus efectos mucho antes del
nacimiento, ya que se recomienda estimular el vientre de
la madre embarazada con sonidos agradables y de hecho
existen obras especiales para esta etapa, como lo es el
efecto Mozart.
Al nacer, la
música sigue teniendo importancia, porque las madres o
abuelas duermen a los nuevos seres cantándoles
suavemente.
En las
diferentes religiones se alaba al señor con música,
inclusive se ha dicho que quien ora con música ora dos
(2) veces.
Los animales no
escapan de esto, pues para estimularlos, los ordeñadores
interpretan cantos alusivos para tener mayor producción
de los animales.
También en el
comercio se usa la música para hacer propagar el
producto y así llegar más rápido el mensaje a la masa.
Hasta las
matemáticas y el idioma tienen su inclusión en la
música.
Las personas
quienes están en la música son personas sanas, que le
gustan las cosas limpias y esto les permite alejarse de
la maldad. La música no le hace daño a la gente.
En los hogares
donde se oye música se vive en armonía y en las casas
donde no se quiere que se escuche música sanamente se
pierde todo tipo de armonía, tanto la musical como la
humana, y luego surgen los problemas que se pueden
remediar muy fácil con la música y hay que acotar que
nadie es malo por oír música y quererse divertir. Así
que si existen seres a quienes le guste la música, hay
que apoyarlos totalmente.
Y así como estos
ejemplos hay muchos otros que bien se pueden agregar.
Es bueno aclarar
y borrar ciertas ideas erradas que se han inventado, no
se sabe cómo ni quien y lo peor del caso es que otros
tal vez inocentemente repiten. Por un lado no se debe
creer en esa famosa frase falsa de que existe “música
para viejos”, ya que nadie hace música para cierta edad,
no hay partituras para las edades, ningún disco dice que
sólo debe ser oído por ancianos, ni programas de que
indiquen que tal música no debe ser escuchada por
menores de edad, etc. Si esto fuese cierto no existiesen
las diferentes manifestaciones folclóricas de los
distintos pueblos, ya que estas expresiones han pasado
de generación en generación. Si bien es cierto que hay
canciones de cuna para dormir a los niños, también es
cierto que estas son cantadas por personas adultas,
produciéndose así una mezcla de generaciones.
Por otro lado es
importante tocar el punto que cantar es obra de la
garganta y no de todo el cuerpo. No canta mejor aquel
quien tiene los ojos de colores ni quien se mueva mas en
el escenario y salte mejor y brinque mas, mucho menos
las féminas que tengan menos vestimenta. Para cantar se
debe tener una educación musical de alguna u otra forma,
aunque algunos nacen con este don tan especial.
Para terminar
dos grandes pensamientos de dos genios de las artes:
”Desconfía de aquel que
no guste de la música”, L. V. Beethoven.
“Quien no se conmueva con la dulce
armonía de unos sones, listo está para la traición y el
mal”.
Shakespeare.
romeropinto hotmail.com
Alberto Romero Pinto.
11.269.461
Este trabajo fue
publicado originalmente en el diario “EL IMPULSO” de
Barquisimeto, Estado Lara, Venezuela .
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